lunes, 19 de diciembre de 2011

¿El que se quede sin dar el paso? (II)


Brunildito quiere estar tranquilo, pero no puede. Le gustaría que el fin de los pinchazos fuera sólo un alivio, pero por alguna extraña razón se siente frustrado. ¿Y si se hubiera dejado caer? ¿Qué tan malo podría haber sido?

Basta, Brunildito. Nos tenés cansados a todos. Hasta te tenés cansado a vos mismo. Nuevas aventuras y listo. Nuevas. Sin paredes. Claramente las paredes no son lo tuyo.

Brunilidito no escucha a Abelardito o a sus lectores asiduos o a quien sea que le habla y vuelve a la pared. Una vez más. Sólo para echarle un vistazo antes de partir.

Entonces ve algo distinto a todas las otras veces. Un cartel amarillo con letras negras, pero esta vez no dice “En este lugar se acepta únicamente… etcétera”. Tarda en entender. Porque ahora las palabras del cartel van dirigidas hacia él:


¿Desde cuándo le hablan los carteles del país de las maravillas?

Piensa que, si el mundo lo está invitando a saltar, la posibilidad de destrucción no debe ser tan grande. Además piensa que el cartel vuelve todo más sincero. Vuelve más sinceras sus ganas de saltar y más sincera la existencia del mundo. Cierra los ojos. Intenta meditar. Pero ya pensó demasiado. Ya no se trata de pensar. Una voz nueva, con un color diametralmente opuesto al de aquella que siempre le dijo que no saltara, ahora grita: “¡Basta de pensar! ¡Ya pensaste demasiado! ¡Saltá!”. Abre los ojos. La frase del cartel cambió:


Brunildito está cansado. Cansado de pensar de más, de tener miedo, de hacer oídos sordos a sus deseos más profundos. ¡Bru-nil-dito! ¡Bru-nil-dito! Si persigue sus colores y perfumes preferidos, ¿por qué no alcanzarlos? ¿Por qué seguir poniéndose barreras? ¿Por qué seguir construyendo paredes? ¡Bru-nil-dito! ¿A quién ayuda? Claramente no a la humanidad. Tampoco a sí mismo. ¡Bru-nil-dito! ¡Bru-nil-dito!

Cierra los ojos. Respira hondo.
Silencio.


Brunildito va a saltar. 




(Ah, sí, y una música para los créditos)


¡Bru-nil-dito! ¡Bru-nil-dito!

HOY: ¿El que se quede sin dar el paso? (parte I)

Brunildito maneja a toda velocidad. Mientras tanto, canta: “el que se quede sin dar el paso sí voy a ser yo, sí voy a ser yoooo-oh-oh, sí voy a ser yo”. Llega a la pared, como tantas veces. Frena, se baja del auto y la mira. ¿Por qué no trepar una vez más? Ya es casi instintivo, así que trepa y espía el otro lado. Piensa que ese va a ser el ritual hasta el fin de los tiempos. Trepar – asomarse - querer saltar - miedo. Hasta se siente cómodo. Juega a lo de siempre: estira un pie como si esta vez fuera a lograrlo, echa un vistazo al país de las maravillas y amaga. De nuevo. Y otra vez. Y una voz adentro, esta vez no sabe si es de Abelardito o es de él mismo, tan propia como ajena, le dice: ni se te ocurra.

Entonces algo (o alguien) le da un pinchazo. Brunildito se sobresalta, casi cae al otro lado por la sorpresa, pero si hay algo que le cuesta perder a nuestro personaje es la compostura. Se mantiene quieto y el corazón le late fuerte. ¿De dónde salió eso? Se agacha un poco para sentarse, tener más estabilidad y poder contemplar su mundo auto-prohibido por un rato más, pero no llega porque recibe otro pinchazo, esta vez más fuerte, más certero. ¿Un alfiler invisible? Pierde el equilibrio. Cae hacia adelante pero logra sostenerse con un brazo del borde de la pared. Mira hacia abajo de reojo. ¿Y si se dejara caer, echando la culpa al accidente? No. El suelo le parece lejísimos; la destrucción, inevitable. Hace fuerza, mucha (Brunildito necesita trabajar en la fuerza de sus brazos), y logra subir, jadeando. Todo su cuerpo tiembla. Se queda un rato expectante. Es probable que en cualquier momento se largue una tormenta de pinchazos y él termine cayendo al otro lado inevitablemente, a pesar de toda su deliberación. Pero no. No hay más pinchazos en la próxima media hora, ni en el resto del día, ni en la semana siguiente.

jueves, 15 de diciembre de 2011

De más allá VII - Confesiones

No puedo volver al más acá sin antes hacer una confesión.

Soy cleptómana.

De tarjetas de hotel.

Ufff... ya me liberé. Mañana puedo subir tranquila al avión. Qué loco cómo pasa el tiempo. Y cómo pasan tantas cosas en el tiempo.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

De más allá VI - Bélgica

Hoy, algunos datos belgas:

1) Es mentira que el mundo de la Navidad está en el Polo Norte; está en Bélgica. Cuando era chiquita, le mandé una carta a Papá Noel y le pedí un solo regalo: que me llevara a conocer su mundo. Esa Navidad, junto con algunas muñecas, en el arbolito había una carta para mí. Siempre pensé que Papá Noel tenía una letra muy parecida a la de mi mamá. En esa carta decía que, como yo era una chica buena, él me iba a llevar a su mundo. Esperé, pero nunca me llevó. Hasta hace dos días, creía que ese mundo no existía. Error. Existe y está en Bélgica. Está lleno de árboles y de lucecitas, hay chocolates de todas las formas y tamaños y jugueterías con muñecos de madera y violinistas que tocan villancicos en la calle.

2) Los waffles calentitos con nutella pueden estar en el top 15 de las mejores cosas que te pasaron en la vida. 

3) En Brujas no hay brujas, nunca las hubo, ni en leyendas. Brujas es una deformación de puente. En alguno de los idiomas belgas. 

4) El vino se puede tomar caliente. Y entra en el top 15 junto con los waffles. 

5) La mejor manera de sentirte en una película es estar en la Grand Place de Brujas al lado de una pista de patinaje sobre hielo con un arbolito iluminado con luces blancas. Científicamente comprobado. 

6) Hay un bar que tiene 2000 tipos de cerveza. 2000. 2000.

Larga vida a Bélgica. 

domingo, 4 de diciembre de 2011

sábado, 3 de diciembre de 2011

De más allá IV - ¡Peligro!

Esos momentos peligrosos en los que ya no te importa nada. Caminás por la calle y sentís el vientito frío de diciembre y pensás dos cosas. Primero, que es la primera vez que sentís un vientito frío en diciembre. Y segundo, que todas esas avispas molestas que zumbaban en tu oído ya no están. O zumban, sí, pero en un volumen bajo, casi inaudible. Tal vez es porque estás más acá que allá (o, en realidad, la expresión precisa sería "más allá que acá"). Es como si alejaras la visión en el Google Earth. Eran bloques enormes de cemento; ahora son puntos, si se ven... Tal vez ni siquiera se vean... Donde antes había bloques de cemento, ahora sólo hay verde. Y también podés ver el mar. 

Esos momentos en que decís: ¿y qué? Tenés una certeza absoluta que te hace sospechar justo por eso, por ser tan cierta. Podrías tirarte por un precipicio, podrías emprender la escalada más ardua de tu vida, podrías decidirte a cambiar el mundo. Siempre lo supiste, pero ahora tenés una certeza, creés, y no te importa gritarlo a los cuatro vientos. 

Esos momentos de claridad inmensa. O de locura.

Esos momentos peligrosos. O tal vez sean oportunidades. O tal vez sean los momentos perfectos para avanzar. 

martes, 29 de noviembre de 2011

You got a fast car (parte II)

Spoiler alert! Si usted, querido lector de Alaska (¿cómo es el gentilicio de Alaska?) estaba buscando la canción de Tracy Chapman y Google lo redirigió a este blog, tenga a bien leer la entrada anterior para que este sinsentido al menos sea un sinsentido con los pantalones puestos.

No sabe bien de dónde sale, pero enseguida lo inunda un impulso muy fuerte, una especie de intuición gritona que le dice que se suba. Que se suba al auto. ¡Que te subas, Brunildito! No lo duda. Hace unos días tuvo una discusión muy fuerte con las burbujitas de las intuiciones. Se sublevaron como quince, con pancartas, todo. Se quejaban de que Brunildito tardaba tanto en dejarlas salir que, finalmente, se terminaban reventando. Brunildito intentó explicarles que, la mayoría de las veces (porque tampoco hay que echarle toda la culpa a nuestros amigos saboteadores), era Abelardito el que retrasaba las decisiones. Pero ellas armaron tal escándalo que no lo dejaron dormir. No, no más. Esta vez las va a escuchar, las va a dejar salir. 

Entra en el auto de un salto y toma el volante. Enseguida ve a Abelardito por el espejo retrovisor y éste empieza: ¿a dónde te creés que estás yendo? – más tranquilo con el acelerador – cuidado, no sabés manejar – estaba linda la sombra de aquel árbol, acá hace calor – no es una buena idea seguir – frená, Brunildito - ¡¡Brunildito, frená!! 

Brunildito respira hondo, levanta una pierna y le pega una patada fuerte al espejo retrovisor. Oye un chillido y enseguida Abelardito desaparece del panorama. Uf… alivio. Alivio como cuando finalmente apagás el lavarropas y recordás lo placentero que es el silencio. 

Los ojos de Brunildito pueden decir muchas cosas. Para algunos pueden estar encarnizados, inyectados, casi poseídos. Para otros simplemente brillan. Brillan como la mirada de alguien que encuentra un paisaje por primera vez y sabe que puede quedarse ahí todo el tiempo que quiera. Como las estrellas después de noches y noches de lluvia, como los ojos de Charlie cuando recibe el boleto dorado. Quién sabe. Lo que es seguro es que el viento en la cara le sienta muy bien a Brunildito y planea manejar y manejar y manejar hasta el fin del tiempo, hasta que no le den más los ojos, hasta que se acaben todas las canciones que tiene ganas de escuchar, hasta que llegue a un lugar que de verdad valga la pena. Eso busca, ¿no?, nuevas aventuras, ese era el pacto. 

Qué lindo es el horizonte, piensa; es una orquesta de posibilidades, “la belleza de la incertidumbre” dicen los parlantes de la radio. Lo interesante es el avance hacia lo desconocido, hacia la pura novedad. El horizonte es pura, pura… 

¿Qué es eso que se levanta ahí a lo lejos, medio rojo por el atardecer? 
Cada vez se ve más grande. ¿Es lo que cree que es? 
Parece que, en realidad, este horizonte es algo harto conocido para Brunildito. 

Frente a sus ojos, todavía a cientos de metros, pero prometiendo acercarse, si sigue las normas de MRUV (aunque, técnicamente, lo que se acerca es el auto)… queridos amigos… La pared


Sí, Brunildito

Petición de principio: El otro día alguien me dijo que no entendía quién era Brunildito, de dónde venía. Suponiendo que querías comprar una birome negra por Mercadolibre y el buscador te redirigió a este blog, acá van algunas fases de la historia de Brunildito, por si te intrigan sus ojos de burbuja. 
Abelardito está muy verborrágico últimamente y Brunildito, aunque reconoce que él también es bastante suelto de habla en ocasiones (en numerosas ocasiones), está un poco irritado. Cuidado con el agua caliente – hoy corriste demasiado y te olvidaste de elongar – ese no es el libro que deberías estar leyendo - ¿por qué no dejás que ella te acompañe en la caminata, pobre…? – café no, ya te tomaste tres - ¡¿cómo vas a decirle eso, estás loco?! – esperá cinco minutos más antes de responder – no, esa no es la respuesta, te estás equivocando – quiero ver más esfuerzo: no hay sangre, no hay dolor-.

¿Qué se puede hacer con Abelardito? Brunildito empieza a armar una lista de opciones que se parece mucho a la carta a Papá Noel de un niño ambicioso. No, por un precipicio no puede tirarlo… porque no hay… Pero, además, está seguro de que más adelante se va a arrepentir. Al fin y al cabo, Abelardito en ocasiones ayuda… en aisladas ocasiones. Y es imposible verlo siempre; sólo cuando se mira al espejo (e intente, querido lector, tirar un reflejo por un acantilado). Mejor dejarlo hablar y llevar la mente a otra cosa, como cuando uno escucha un lavarropas por un rato largo y llega un momento en que se acostumbra y se olvida del sonido. 

Un auto empieza a acercarse. Es de un verde vivo y tiene luces violetas. Cuanto más cerca está, más fuerte se escucha una música que Brunildito no conoce, pero lo entusiasma, lo llena de adrenalina. El vehículo se acerca más y más, Brunildito ya piensa que va a ser atropellado. Finalmente frena y grande es la sorpresa de nuestro amigo al comprobar que el asiento del conductor está vacío. Existen tres posibilidades: 
a) que quien maneja sea una especie de Abelardito, invisible la mayoría de las veces, pero que, no obstante, sabe llevar las riendas de los asuntos; 
b) que aquel sea un auto fantasma –lo que volvería un paseo en él algo muy poco prudente y, por esto mismo, apasionante – o 
c) que Brunildito haya consumido algún tipo de sustancia extraña que le haga creer que los escarabajos verdes con musiquita son autos que se manejan solos. Aunque, pensándolo bien, ¿se encontró alguna vez con un escarabajo verde con musiquita?


viernes, 25 de noviembre de 2011

Inquietudes de más allá

Mis dos inquietudes del día.

1) Nunca entendí el concepto de bolsa. Escapa a mi horizonte de comprensión, qué le vamos a hacer.

2) ¿Por qué no puedo estar callada sin que me pregunten qué me pasa? Cosa de looocos, hay que ser todo el día un payaso, porque en cuanto dejás de hablar viene alguien y te pregunta si estás bien, estás muy seria.... Aprovechen que dejo de hablar, no sucede a menudo. Estás muy reflexiva... Sí, entonces claramente estoy deprimida, porque la gente alegre no piensa, ¿no? Si siguen preguntando ME VA A EMPEZAR A PASAR ALGO, ¿OK?

Uf... me descargué. Ahora a seguir con la vida.

martes, 22 de noviembre de 2011

Nuevas aventuras de Brunildito

Hoy: Abelardito

Brunildito camina y canta: Well, my heart knows better than I know myself, so I’m gonna let it do all the talkin’… woohoo… Se pregunta si es verdad, si deja hablar a su corazón así, seguido, como una costumbre. Piensa que tiene que tener más cuidado, no sea que la gente vaya a creer que todo lo que canta es verdad. En eso encuentra un espejo y se da cuenta de que hace mucho no se mira. Esas cosas, como ver televisión, o escuchar determinadas canciones, que uno no se da cuenta de que ya no las hace más hasta que vuelve a hacerlas. Le divierte mirarse a sí mismo, aunque ya se haya visto mil veces, aunque sepa perfectamente con qué se va a encontrar… Se pregunta por qué las personas no se cansan nunca de mirarse en los espejos. Si siempre es lo mismo, siempre es uno, siempre el vidrio devuelve exactamente el gesto que… Momento.

Hay alguien más en el espejo. ¿Alguien que viene persiguiendo a Brunildito? Estaba tan seguro de que andaba solo... Mira a su lado, pero no hay nada. Vuelve a mirar el espejo y sigue ahí. Bastante parecido a él, pero con algo diferente en los ojos, no sabe bien qué, en la expresión, en el color. El ser extraño saluda a Brunildito de lo más natural. Hola. ¿Qué hacías cantando esa canción absurda de que los corazones son más sabios? Brunildito piensa que está soñando. Le pregunta quién es y el ser extraño se irrita. Pero cómo que no sabe quién es. Abelardito, su amigo más íntimo, su mejor consejero, el gemelo de su alma (que es algo muy distinto a su alma gemela, le explica). Esas cosas cursis, de los corazones. Ya la mera palabra, corazón, qué empalagosa. Brunildito ríe, piensa que es verdad. ¡Claro que es verdad! La pared, por ejemplo. ¿Quién creés que te previno de cometer semejante catástrofe? Brunildito, no sos muy amigo de lo razonable. 

Brunildito se queja. Pero sí que es razonable. Razonable, prudente, cauto, correcto. 

Todo eso gracias a mí, le explica Abelardito, a quien no le sobra humildad. Es un trabajo duro el que tengo con vos. Podés ser bastante cursi a veces, bastante emocional, exageradamente volador. Brunildito asiente con la cabeza. Lo asusta pensar que Abelardito lo conoce tanto. 

De pronto, el aire se inunda de olor a café. Pero un olor especial, es como una línea, como un hilo invisible de café que lo llama, lo tira de la punta de la nariz, está como atado a su pecho. Brunildito mira el horizonte y lo ve especialmente verde. Se le iluminan los ojos. Le recuerda a algo, no sabe bien a qué, pero a algo muy lindo, muy hondo, muy grande. Se deja arrastrar un poco por el olor, pero siente un tirón de la remera. Reflejado en el espejo ve cómo Abelardito lo sostiene para que no se escape. ¿Cómo puede ser? Mira hacia atrás, alrededor, y no ve a nadie. ¿Qué te pasa, Abelardito? Vamos, mirá qué verde, qué brillante… 

Abelardito ríe. Cómo me necesitás, Brunildito. Cómo me necesitás. No se puede correr así como así detrás de un color, detrás de un perfume. Vamos a sentarnos y a pensar juntos en las probabilidades. Y cuando estemos seguros, segurísimos de que no hay una opción mejor, ahí sí podés empezar a caminar. Brunildito se sienta sobre una piedra y siente adentro como un fuego o un león que le golpea las costillas y las paredes del cráneo. 

El hilo de café se vuela. El verde se desvanece. Brunildito no está seguro de que Abelardito sea su mejor amigo. 

domingo, 13 de noviembre de 2011

De más allá III - Campo de las Estrellas

Pisadas sobre pisadas sobre pisadas sobre pisadas.
Caminos sobre caminos sobre caminos sobre caminos.
Huellas sobre huellas sobre huellas sobre huellas.
Coros de oraciones hacia atrás y hacia adelante.
Arte, música y mística.
Palabras sobre palabras sobre palabras sobre palabras.
Todo eso aún queda corto para explicar el motor que nos impulsa a millones a través de los milenios. 

lunes, 31 de octubre de 2011

De más allá II - Primitivos

Vamos a dejar de ser primitivos no cuando votemos a tal o cual presidente, a este senador o a aquel, sino cuando dejemos de esperar que venga un salvador y nos levante, cuando dejemos de depositar toda la responsabilidad por nuestro país en un grupo selecto de personas, como si el país no fuera en realidad nuestro, sino de otros. En algún punto de la historia delegamos ciertos poderes a determinadas personas para que nuestra sociedad no fuera un caos, pero no delegamos el país entero y las vidas de todos los que lo habitan. Vamos a dejar de ser primitivos cuando dejemos de creer que con pagar impuestos y respetar las leyes ya cumplimos con nuestro rol en el mundo. Cuando nos demos cuenta de que el país es nuestro país, que la gente es nuestra gente, que el cambio y el progreso están en nuestras manos no porque no nos quede otra, no porque haya un inepto que no se encargue (aunque es verdad que el mundo está bastante poblado de ineptos), sino porque estamos vivos y vivimos en comunidad. Vamos a dejar de ser primitivos cuando entendamos que somos los protagonistas de la historia y que no podemos dejar que la vida pase frente a nosotros como una película sobre la que no podemos incidir. Al fin y al cabo, es nuestra vida. 

miércoles, 26 de octubre de 2011

Crónicas de más allá I - Spotting

Sabés que es un juego, pero cuando te piden que cierres los ojos y te dejes caer hacia atrás, no es fácil confiar. Te dicen que hay alguien para sostenerte, pero sigue siendo difícil. Igual, no queda otra que jugar. Cerrás los ojos, cruzás los brazos y, despacio, te tirás. Caés y te da un poco de vértigo pero enseguida sentís cómo alguien te sostiene. Probás de nuevo, esta vez con un poco más de distancia, la caída se extiende un poco más antes de que te atajen. Y así un par de veces, cada vez más lejos, cada vez más adrenalina, y descubrís que esa es la mejor parte, la circulación rápida por todo el cuerpo y, enseguida, el descanso en los brazos de alguien más.

En el siguiente juego te toca acostarte como en un sarcófago y dejar que el resto del grupo te levante y te haga pasar a través de una red. Te toca quedarte quieta. Cerrás los ojos y sentís el vientito en la cara cuando te levantan. Aflojás todo tu cuerpo, cada músculo... ¡qué bien se siente dejarte llevar! ¡Qué bien se siente ahí arriba!



Te descubrís confiando.
Con lo que te cuesta. 
Sonreís adentro y esa sonrisa te transporta a algo más. 
Ahora corré y contale a Brunildito. 

sábado, 22 de octubre de 2011

Instantáneas urbanas

Un hombre calla a su hijo cuando empieza a cantar Manuelita en las escaleras del subte. Nunca hagas eso. Lo que sí podés hacer es abrir los brazos así, porque sí, mientras cruzás la 9 de Julio, y sentir cómo el viento te vuela un poco la camisa.

martes, 18 de octubre de 2011

Personas-fuente

Hay personas que son como fuentes. La Real Academia Española las llamó así, personas-fuente, porque está más preocupada por la corrección de las expresiones que por la creatividad. No es fácil identificarlas. Las personas-fuente no se muestran como son a todo el mundo. Cuentan  con un par de características básicas que, por supuesto, tienen pequeñas variantes según de quien se trate. La manera de reconocer a una persona de este tipo es comprobar, antes que nada, su inagotabilidad. Si la Real Academia Española me permite el uso de esa expresión. Es así, es básico; lo que una persona-fuente lleva adentro no se termina nunca. Usted se puede pasar horas y horas hablando con ella, años compartiendo la vida y, sin embargo, va a seguir encontrando cosas que brotan de la persona-fuente como el agua. Esto es elemental. Son personas de las que es muy difícil cansarse. Pueden hacer que te cuestiones cosas, pueden tener algún atributo que no te cierre, pero siempre aparece algo nuevo y tal vez sea por eso que no te cansen. A aquellos que nunca entraron en contacto con una persona de estas características les resulta difícil creer en su existencia. Pero los que cuentan con el honor de la experiencia saben que es cierto, que hay personas-fuente dando vueltas por el mundo. Personas junto a quienes no se acaban las preguntas, siempre hay algo más profundo y más alto por alcanzar, siempre hay nuevas cosas de las que reírse y nuevos proyectos que poner en marcha. Siempre aparece algún gesto en ellas que antes se te había escapado y alguna parte de su historia que aún quedaba por conocer. Siempre quedan ganas de vivir, aunque el futuro se vea negro. Tal vez el secreto sea que el futuro para y con ellas nunca es negro.

Y no queda más que dar gracias. Gracias porque existen las personas-fuente. 

domingo, 16 de octubre de 2011

Más Brunildito

HOY: "Llévese la vida que usted quiera"

Una cinta como la de los aeropuertos, esa que gira, donde buscás tu equipaje. Lo único, en lugar de valijas, esa cinta trae cosas. Eventos, personas, oportunidades. Así es la vida para algunos. Uno no tiene más que pararse junto a la cinta y esperar que llegue lo suyo, como cuando esperás la valija. A veces tarda, no entendés cómo todos van recogiendo sus cosas y vos nada... Pero algo llega al final. Siempre llega. 

Para algunos es eso, le dice a Brunildito el hombre del mostrador. El cartel en la puerta del negocio dice "Llévese la vida que usted quiera". Para otros la vida es más como la otra cinta de los aeropuertos, esa sobre la que te parás y te lleva, junto con todo tu equipaje. Avanzás sin moverte, te limitás a quedarte ahí, quieto. Una vida que te arrastra. También podés caminar sobre la cinta para potenciar tu velocidad. Pero, aunque no te muevas, siempre te va a llevar a algún lado.

La vida de Brunildito no es ninguna de esas cosas. Se parece más a una montaña, al recuerdo de una cima, a la certeza de un paisaje que vio con sus propios ojos y a la sorpresa y el desafío de tantos otros nuevos. Se parece más a una pileta o un mar donde no hay otra opción que nadar, y podés elegir quedarte en la superficie o ir hasta lo más profundo… Se parece a una pared que él está empecinado en saltar o no saltar, pero tal vez no se trate de un movimiento tan drástico. Puede que, de a poco, esté encontrando un camino o una escalera que lo lleve al mundo que hay detrás de esa pared sin necesidad de aquel salto que tanto lo asusta. Porque la vida de Brunildito no es sólo miedo… es también prudencia y un poco de confianza en la corriente. Porque sí, es como una cinta también, o como un río que trae cosas. Pero, en la misma medida en que la vida le trae cosas a Brunildito, él va dejándole otras, y eso es lo interesante. 

Sí, dice Brunildito. La mía está bien. Gracias, pero me quedo con esta. Y se va del negocio, a seguir en busca de nuevas aventuras.

martes, 11 de octubre de 2011

Pandas, tigres de Bengala y esto...

Darwin no se equivocó al presentar, en su teoría de la evolución, la idea de selección natural, que postulaba, ante determinadas condiciones impuestas por la naturaleza, la supervivencia de aquél que tuviera mayor capacidad de adaptación.

Hoy sufrimos la pérdida de una especie que no pudo resistir al paso del tiempo. Estamos hablando del Walkmanensis, especie que tuvo un auge reproductivo en los años ’80 y, apenas tres décadas después, está casi extinta.

El Walkmanensis –conocido vulgarmente como walkman o tocapaseo- pertenece a la familia de los Musicalae. Existe una discusión en el seno de la zoología acerca del origen de este animal. Algunas corrientes afirman que proviene de Brasil, por sus características típicas de animal tropical. Otras aseguran que se originó en Japón. Independientemente de su zona de procedencia, la especie se expandió rápidamente por todo el mundo, probablemente debido a su gran capacidad reproductiva.

El walkman se alimenta de fibras sintéticas dispuestas en forma de rollo o espiral, ingiriendo, además, el envase plástico que las contiene. Mientras realiza la digestión, emite sonidos diversos, dependiendo del tipo de alimento que haya consumido. Muchas veces, utiliza palabras humanas –eso sí, en una entonación diferente-, por lo que algunos científicos lo colocan en una posición privilegiada respecto al chimpancé –que suele considerarse el animal más cercano al hombre. Se desconocen sus hábitos reproductivos y, en cuanto a las razones de su extinción, se han desarrollado hipótesis variadas.

Algunos atribuyen su próxima desaparición al agotamiento de la fuente alimenticia del walkman, probablemente por cambios climáticos ligados al fenómeno del calentamiento global. Sin embargo, la hipótesis más difundida culpa al rápido desarrollo de nuevas especies más evolucionadas de la familia Musicalae: el conocido discman o Walkmanensis Sapiens y su último sucesor, el Walkmanensis Sapiens Sapiens, también llamado IPod, los cuales, con su inédita facilidad de adaptación y reproducción, han terminado por desplazar al walkman de su hábitat.

Organizaciones no gubernamentales alrededor del globo están comenzando a, valga la redundancia, organizarse en torno a la lucha por la supervivencia de esta especie a punto de desaparecer. “No queremos que suceda lo mismo que con los dodos”- afirma Panfilio Richards biólogo marino, vicepresidente de la Comisión de Especímenes Casi Extintos de la ONG Paz Verde-, “siendo testigos de esta extinción, debemos ponernos en movimiento para hacer algo y que las generaciones futuras no estudien en sus manuales de historia acerca de una especie magnífica que pudo haber sido salvada”.

lunes, 10 de octubre de 2011

Nuevas (en serio) aventuras de Brunildito

Al otro lado de la pared de Brunildito hay un cartel amarillo y negro como una señal de tránsito que dice:

"En este lugar se acepta únicamente un visitante a la vez.
Disculpe las molestias ocasionadas".

Ya está. Gracias a la afección que viene sufriendo hace ya un buen tiempo, esa que lo hace actuar de la manera exactamente opuesta a sus deseos más profundos, Brunildito acaba de ayudar a alguien a cruzar la pared y cree que esa persona lo logró, porque no volvió a verla. Así que, por lo pronto, no hay posibilidades de saltar. ¿Alivio o tortura?

Vamos, Brunildito, siempre vas a poder sostenerte en esa pared. Y mirarla. Y mirar lo que hay al otro lado. Podés dejar ese capricho absurdo. Hay muchas paredes y ríos y ciudades y plazas. 

Se golpea la cabeza. ¿Cómo pudo ayudar a alguien a saltar? Se golpea de vuelta. Podría haber sido él. Otra vez. Pero no pudo, por cobarde, y porque saltar implicaba sumergirse en el país de las maravillas o romperse en el intento (y romper alguna que otra flor en su caída), y Brunildito optó por cuidarse. 

Tal vez nunca hubiera saltado. Pero, de cualquier manera, ahora no puede. Aunque se anime, no puede. Porque la regla dice uno a la vez. Dicen que poner a los demás antes que uno es de buena persona. O de cobarde.

De buena persona. Esperemos que todo esto convierta a Brunildito en una buena persona. 

Por eso, nuevas en serio. Nuevas aventuras fuera de la pared. Gracias, fue muy grato, pero Brunildito necesita buscar nuevos desafíos.

viernes, 7 de octubre de 2011

La punta de la nariz

Hoy un perfume me agarró de la punta de la nariz y me llevó volando a donde estás vos. Y eso que estás lejos, eh... Así que vuelvo a intentarlo. Me hundo en el perfume. Y, en efecto, me lleva. Qué lindo es tenerte más cerca, al menos por unos segundos. 

martes, 4 de octubre de 2011

¿Enseñar?

Hoy, un ranking de pequeñas satisfacciones que te pueden dar tus alumnos. 

Que te deseen suerte en el parcial. 

Que te saluden en el pasillo con un "Hi Miss! You are beautiful" (ya está, me fui a una nube, no se esfuercen por bajarme).

Que te pregunten absolutamente todo. 

Que te acusen de madre ausente cuando les decís que te vas de viaje por segunda vez en el año. 

Que te digan que leyeron el blog que armaron entre toda la clase... Y que está buenísimo. 

Que hagan notar que te olvidaste de rezar. 

Que te pidan terminar el libro antes de que te vayas. Sí, un mes antes si es necesario. Por favor, Miss, queremos leerlo más rápido, así lo charlamos con vos. 

Y, en el primer puesto, sin lugar a dudas, que empiecen a descubrir Harry Potter. Entrar en la clase y verlos leer primero el uno, después el dos, y a las dos semanas el cuatro. Ayudarlos a ordenar las páginas de Harry Potter y la cámara secreta que se salieron porque el libro es viejo, ¡tiene como diez años!, y seguro ya pasó por una decena de manos de gente de mi generación. Prestarles Harry Potter y el prisionero de Azkaban porque no lo pueden conseguir por ningún lado y decirles que, más vale, te lo pueden devolver cuando quieran. Si quieren en el 2012, cuando se termine el mundo. Contarles de cuando tenías diez años y leías el primer libro, en la parte en que Vernon y Petunia se llevaban a Harry a una cabaña en el medio del mar, y había una tormenta fuertísima dentro de la historia y afuera también, contarles cómo escuchabas el ruido de truenos y postigones que se golpeaban contra tu ventana y sentías que estabas ahí, dentro del libro, en esa misma cabaña, oyendo esa misma tormenta. 

Después de eso, podés pedir pocas cosas. 
Dentro de ellas, poder seguir dando clases toda la vida. 

lunes, 3 de octubre de 2011

Gracias por la observación

Hablábamos de una novela que había empezado a escribir. Tenía casi toda la historia ya pensada, pero me costaba el final. Me preguntaste por qué y te dije que me parecía difícil ponerle un final a una historia de amor. Un final feliz podía quedar muy rosa, muy simplificado. Pero ¿un final triste? ¿Hacer que dos personas, después de buscarse y buscarse, no terminaran juntas? La cuestión pasaba por el concepto. Un final implicaba, sí o sí, la tristeza de algo que se terminaba. El final feliz era, en realidad, un no-final.

Me dijiste gracias por la observación.

Hoy te digo gracias por la experiencia. 

domingo, 2 de octubre de 2011

Progresistas

Los de Sociales somos gente progresista. Abierta. Cuestionadora del sistema. Por eso, si sos alumno de esta facultad, como mínimo vas a estar familiarizado con la lucha por la despenalización del aborto. Tenemos el puesto de libritos informativos en la entrada, tenemos el teléfono de emergencia pegado sobre las puertas de los baños y tenemos los carteles. Los gloriosos carteles con frases célebres como “las mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo”. Dicen que para poder emitir juicios válidos sobre las cosas hay que conocerlas. Por suerte, lo que en Sociales no falta es información.

Es verdad; las mujeres tenemos, efectivamente, el derecho inalienable de elegir qué hacemos con nuestro cuerpo. Lo que tal vez estamos olvidando es que, en realidad, el concepto del embarazo implica que no es sólo el propio cuerpo el que está ahí. Es el cuerpo de alguien más. Si no, no sería embarazo, sería otra cosa. La discusión termina siendo, en el fondo, una pregunta: ¿qué es eso que se gesta en el interior de la panza de la madre? Y es difícil llegar a un acuerdo porque, muy a pesar de mis amigos positivistas, la respuesta pasa exclusivamente por una creencia. Y no hablo de la Iglesia sino de un concepto más general de creencia. Para usted, querido lector, ¿el niño por nacer es una persona? Tal vez para algunos no lo sea tanto. Suena duro, pero no creo estar exagerando. Porque si promoviéramos la despenalización del aborto y estuviéramos tan convencidos de que los niños por nacer son tan personas como nosotros, entonces estaríamos a favor del homicidio. Y no, ¡no sea radical!, permitir el aborto no es lo mismo que permitir el homicidio. Son cosas diferentes.

¿Son diferentes?

Cuando pensamos una sociedad mejor, me gusta creer que pensamos en grande, no en el mal menor. “De todas formas van a abortar, así que despenalicémoslo”. De todas formas la gente roba, así que legalicemos el robo. Legalicemos el odio y el racismo. Legalicemos la corrupción. Si la gente lo hace igual.  Es verdad que, de la mano del aborto, hay una red casi infinita de problemas que hay que solucionar de manera urgente. Pero no elijamos el mal menor. Pensemos en grande.

Lo que debilita un poco a los argumentos pro-vida es la incoherencia que hay en muchos movimientos. La agresividad, el desconocimiento de muchas realidades dolorosas. Entonces hay que empezar a ser coherentes. Trabajemos como país para cuidar la vida de todos, la vida en todas sus expresiones. Una sociedad que no cuida la vida no puede ser llamada progresista.

martes, 27 de septiembre de 2011

Entre copas

Un vaso y se sienta. Mira. Nada cambió demasiado desde la última vez, ¿o sí? ¿Es este lado el que está diferente o es aquél? Imposible decidirse.
Dos vasos. El sol está justo sobre el horizonte y se pregunta si amanece o anochece. Espía a través del vidrio. Parece que el sol saliera.
Al vaso siguiente ya se acabó la ilusión de que el cielo esté despejado. Empieza a nublarse, pero tal vez pronto se haga de día, piensa. Tiene una manía fuerte de pensar y pensar. Piensa y decide sobre todo. A veces también siente. Siente de manera tan intensa que no lo puede controlar. Entonces se toma el analgésico del pensamiento y se le va el sentimiento por un rato.
Cuatro vasos y se acabó el efecto del analgésico. Si antes había preguntas, ahora el cielo es un mar de voces que interrogan sin parar. Y el mar se funde hacia arriba, con las voces y hacia abajo, con las viejas lágrimas que casi, casi habían desaparecido. Es como una cortina inmensa y azul.
Toma el quinto vaso y la calle empieza a moverse en sentido contrario al tren de la izquierda. ¿Avanza el tren o la calle? De golpe, descubre que a sus costados hay árboles que también se deslizan. ¿Junto con el tren? Le molesta la sombra y corre en busca del sol, que ya se escondió detrás del horizonte. Anochecía, entonces.
Un vaso más. Le ruega a la calle, o al tren -o a lo que sea que se está moviendo- que se detenga. Le ruega al cielo que deje que las luces y los colores intensos permanezcan por un rato más. Sabe que mostró demasiado pero ¿qué si, en realidad, no es a su verdadero yo al que se acostumbró el mundo?
“Mundo, no te vayas" piensa. El sol está cansado de ponerse ante los ojos que no están hechos de atardecer. La Tierra está cansada de girar sobre su eje, tiene ganas de volar como un cometa. La lluvia ya no quiere caer más... prefiere elevarse, ¿por qué no? Pero él espera que el mundo no se le escape todavía. Necesita mucho del mundo y el mundo necesita mucho de él, aunque no lo sabe.
Y llega el último vaso. Se desviste, despojándose de toda su ropa y de su cuerpo y deja que la luna, que empieza a asomarse, brille sobre su alma. Su alma está lista para mostrarse tal como es al mundo. ¿El mundo está listo para postergar su partida?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Cómo ser feliz en tres pasos

Hoy: cómo ser feliz una noche de sábado si está sólo en su casa

1) Sacar una buena cantidad de milanesas de la heladera
2) Llenarlas de salsa barbacoa y comérselas
3) Tocar la guitarra y cantar a los gritos (y escuchar cómo su voz retumba en las paredes de la casa).

Satisfacción garantizada. Si no le resulta, le devolvemos sus minutos de silencio en una casa enorme... y sola... un sábado a la noche... 

sábado, 24 de septiembre de 2011

Cosa de locos

Es como ser delantero en un partido de fútbol y, deliberadamente, meter gol en contra.
Es como tener sed y comerte un paquete entero de papas fritas.
Es como estar en un jardín lleno de mosquitos y tirar el Off a la basura.
Es como estar aturdido y poner música al máximo volumen.
Es como querer saltar al otro lado de la pared de Brunildito y quedarte donde estás y seguir haciéndole piecito a la gente para que salte nomás.

Qué locas son las relaciones entre las mentes de las personas, lo que sienten y lo que eventualmente hacen. Una cosa de locos. Por el bien de la humanidad. Esperemos que todo sea por el bien de la humanidad. 

jueves, 22 de septiembre de 2011

Deducciones primaverales

La proporción de estudiantes que viajan en tren todas las mañanas desde Bella Vista directo a la facultad es  mínima. Lo confirmó Sherlock ayer, cuando tuvo que viajar parado y luego apretado cual sardina en el subte, a pesar de que hubiera asueto en todos los colegios y universidades. Además, ir a tocar la guitarra y a tomar mate (si no otras bebidas un poco más censurables) en Avenida Francia (no confundir con Plaza Francia, esto es para entendidos del pueblo) está dentro de los cánones de comportamiento primaveral. Lo que claramente no lo está tanto es hacer rondas en trencito y bailar "en ti puedo ver la libertad, tú me haces sentir que puedo volar", pintarse flores y corazones en la cara y que un hombre gane el premio de rey de la primavera por su atuendo tan acorde. Es verdad que el amor florece en primavera cual rosa roja (¿por qué le ponen "rosa", si hay de todos colores?), hay una persona que debería sentir un guiño o una puñalada en la nuca si lee esto. Y la última no es una deducción. Es una confirmación. Los ritos son necesarios y están buenísimos; si no, vengan a pedirnos que dejemos de festejar la primavera como hace seis años la venimos festejando.

Seis. Nos pusimos viejas. 

sábado, 17 de septiembre de 2011

Que casi asusta...

La intensidad es como una colchoneta elástica sobre la que podés saltar infinitas veces, cada vez un poco más alto, y más, y más. Lo que asusta es que, tal vez, un día saltes tan alto que ya no bajes nunca. 

"Hay un nivel de intensidad con el que se puede vivir que casi asusta, porque es mucho, infinito lo que el hombre puede alcanzar" (JM)


jueves, 15 de septiembre de 2011

Hablando de lunas

No puedo escucharte, y cómo me gustaría, pero ese no es el objetivo de estas líneas. Mi objetivo es pedirte que al menos siga habiendo un Centro de Regulación de Palabras Devaluadas, porque es una pena que la gente ande diciendo por ahí que la luna es la misma para todos como si nada, como si pidieran la cuenta en un restaurant o gritaran ¡taxi! en una vereda una tarde de lluvia. Todos miramos la misma luna, qué lindo, no es una sola la palabra que perdió valor, son cinco, y es tan triste... 

Hoy cuando viajaba en tren la vi a través de la ventana, redonda, naranja y enorme, y lo supe sin que nadie lo dijera: que, en ese instante, a miles de kilómetros, un chiquito miraba la luna también. Un chiquito de piernas flacas y ojos grandes, con la camisa y la boca levemente abiertas, en un campo enorme. No me digas que no porque no me lo imaginé, sé muy bien que ahí estaba él, y todo sin que nadie hubiera dicho nada de que la luna...

Y entendí que nuestros mundos a veces están rodeados como de cápsulas de cristal que nos vuelven, en algún punto, inaccesibles y que dentro de esas cápsulas la vida pasa como si nada le importara, en algunas deja globos, en algunas nieva, en otras caen gotas de pintura. Hay mundos que sufren porque no tienen alguien que los acompañe. Hay mundos que lloran porque sus manos curtidas no llegan a darles de comer. 

Pero todos miramos la luna enorme y naranja y sentimos cómo su belleza toca algo dentro nuestro que hace sonar una música... Y nos conmueve. A ese chiquito en el campo, a mí, a todo el que la mira. Por favor, no usen más la expresión "todos miramos la misma luna", a ver si algún día podemos entenderlo de verdad. 

lunes, 12 de septiembre de 2011

Nuevas aventuras de Brunildito

HOY: La afección de Brunildito

Ya sé que todos esperan que Brunildito salte al otro lado de la pared. Él también lo sabe y también muere por saltar. Se fue a Europa y pensó que tal vez iba a poder liberarse del problema, pero no, parece que en Europa está lleno de paredes y todas le hacían acordar a la suya, a esa que tiene ganas de cruzar, de tirar abajo, para poder nadar en los ríos que hay al otro lado. Europa volvió al tema aún más urgente. Brunildito, es hora de que saltes o desistas o hagas algo, pero no podés quedarte mirando el país que se extiende al otro lado de esa pared, solo mirándolo y mirándolo hasta el fin del tiempo, porque tus ojos como burbujas van a explotar y, junto con ellos, todo tu cuerpo, y a nosotros nos gustan las burbujitas en el aire pero, de verdad, preferimos que saltes.

Lo que pasa es que a Brunildito le agarró una afección. Enfermedad suena muy fuerte. Es eso, una afección, pero una terrible, porque hace que Brunildito actúe de la forma exactamente opuesta a sus deseos. ¿Cómo funciona eso? Simple. Bah, en realidad, es lo más retorcido que escuché en mi vida, pero es simple de explicar. Por ejemplo, Brunildito está asqueado de tomar jugo de naranja. ¿Qué hace? Va, exprime una naranja y se toma el jugo. Brunildito está andando en bicicleta y tiene ganas de frenar a descansar pero su afección se lo impide y, en lugar de eso, se pone a pedalear a máxima velocidad. Es terrible, usted puede reírse, querido lector, pero llevada a otros planos de la vida, es una afección desesperante. 

¿Y qué hay respecto a la pared? Brunildito quiere cruzar la pared, eso ya es verdad de perogrullo. ¿Qué hace? Se baja, vuelve a su vida de todos los días y mira la pared desde abajo y les hace piecito a los peatones para que puedan treparse y saltar al otro lado. ¡Piecito! ¡Piecito! Podría haberse quedado tranquilo, meditando para tomar fuerzas, pero no, encima de que no salta, tiene que ayudar a otras personas a que sí lo hagan, y naden en los ríos que él se muere por nadar, y caminen por el pasto que él se muere por pisar... Sólo si tuviera el valor... de saltar la maldita... LA MALDITA PARED.

Maldita afección que tiene Brunildito. 

sábado, 10 de septiembre de 2011

Curiosidades alemanas

-Un alemán puede levantarse de su asiento en el tren, ir a charlar con otro pasajero y volver a sentarse; por derecho, el asiento sigue siendo suyo (pruébelo en la línea San Martín a ver qué pasa)
-El chukrut no se llama chukrut, se llama sauerkraut
-La gente no es muy fanática de tirarse en el pasto
-Las puertas se abren al revés
-Los teclados alemanes tienen la Y y la Z invertidas

viernes, 2 de septiembre de 2011

Vuelta

Está bueno revivir cosas de unos años atrás. Vuelven a mostrarnos quiénes somos. Nos llenan de una energía que conocemos, pero que habíamos olvidado. Hay música que me trae de nuevo épocas. Con The Wall, por ejemplo, reviven muchas cosas de hace cuatro o cinco años. No digo que vuelva atrás en el tiempo, no, es más bien el pasado que viene y suena en el presente y eso es lo mágico... Que las cosas-en-potencia naden en lo-que-es-hoy, ver proyectos realizados y otras veces ver que el camino se bifurcó y llevó a un lugar que nunca se me hubiera ocurrido. Que suene la música de todo lo que había por crecer en medio de todo lo que efectivamente crecí. Y también la música de todo lo que sigue igual. Es como tejer con tres hebras: lo que fue, lo que quería que fuera, lo que es. Sí, es, en cierta forma, magia. Acá va un pedacito de todo eso que no se puede describir.


I got a little black book with my poems in,
got a bag with a toothbrush and a comb in,
when I'm a good dog they sometimes throw me a bone in.
I got elastic bands keeping my shoes on,
got those swollen hand blues,
I got thirteen channels of shit on the TV to choose from.
I got electric light
and I got second sight,
I got amazing powers of observation
and that is how I know
when I try to get through
on the telephone to you,
there'll be nobody home.
I got the obligatory Hendrix perm
and the inevitable pinhole burns
all down the front of my favourite satin shirt.
I got nicotine stains on my fingers,
I got a silver spoon on a chain,
I got a grand piano to prop up my mortal remains.
I got wild staring eyes
and I got a strong urge to fly,
but I got nowhere to fly to.
Ooh, babe, when I pick up the phone,
there's still nobody home.
I got a pair of gohills boots,
but I got fading roots.

martes, 30 de agosto de 2011

Genealogía culinaria

La sabiduría popular representa a los cavernícolas como gente bastante tonta, que se daba en la cabeza con pedazos de tronco, que para hablar emitía sonidos animalescos y golpeaba una roca contra otra como toda diversión. No sé, cada vez pienso más lo opuesto. Los primeros hombres deben haber sido personas de mente muy abierta, tremendamente inteligentes (disculpen la cacofonía), con todo por conocer y descubrir. Es muy fácil para nosotros hacer una pizza, nos sentimos muy innovadores si ponemos rúcula o huevos de codorniz sobre la mozzarella, somos los avanzados de la civilización, pero mi pregunta existencial siempre fue: ¿cómo se descubrió la pizza? Es un misterio que me vuelve bastante loca, no me imagino a los cavernícolas inventando la pizza, pero bueno, alguien hace mucho tiempo la tiene que haber inventado, un griego, qué se yo, ¿y de dónde cuerno sacó que mezclando harina con huevo con agua con un hongo que es la levadura -y no sé qué más porque no soy muy buena cocinera -salía una masa, que si le ponías queso encima y salsa de tomate y cebollita quedaba un plato que iba a pasar a la posteridad como EL plato? Y vamos más lejos, porque la historia de la pizza probablemente pueda rastrearse en Wikipedia, qué avanzada es nuestra generación, cualquier dato puede encontrarse con sólo tipear un par de caracteres y dar enter, pero ¿a quién se le ocurrió que, moliendo el trigo, sale un polvito que, si se mezcla con agua, sal, huevo y encima se pone al horno, da como resultado pan -o pizza-? Tenía que ser un genio, no queda otra. Vaya y pase la carne asada, que seguramente se descubrió cuando una vaca se cayó en un fogón y los cavernícolas valientes -porque esos sí que eran hombres valientes; probaban todo, se la jugaban, no como nosotros que siempre preguntamos qué es cada cosa antes de comerla- la probaron y se dieron cuenta de lo bueno que estaba cocinar la carne... Esos descubrimientos pueden ser casuales, pero andá a hornear pan por casualidad... 

Aguanten los cavernícolas.

Y agradezco sinceramente cualquier dato de historia culinaria. Es algo que me intriga mucho. 

sábado, 27 de agosto de 2011

Eclipse lunar

Es veintiuno de diciembre. Empieza mi verano número veinte y desde el jardín se ve un eclipse lunar. Miro el cielo y me viene a la mente la imagen de una chiquita que, hace diez años, sobre una reposera en otro jardín, esperaba en camisón el momento en que la sombra cubriera la luna. Nunca había visto un eclipse. Creía que iba a ser más rápido, que, de pronto, la luna se iba a poner roja, que algo sobrenatural iba a pasar en el cielo… No había nadie en el jardín salvo ella, no eran horas para que estuviera despierta en una noche cualquiera. Pero no era cualquier noche: era la noche del eclipse.

Hoy, diez años después, vuelvo a mirar el cielo y la luna, por supuesto, está en el mismo lugar, pero la miro desde otro ángulo -un poco más de frente -,desde otro jardín, y el eclipse es más gris y menos rojo. “Tenía miedo de no ver nunca más la luna” me dijo una amiga hace un rato. Pienso en esa chiquita en camisón y siento una nostalgia que hace mucho no sentía… Últimamente estuve sintiendo muchas nostalgias, pero de cosas más cercanas, que hace unos meses nomás estaban a mi alcance con sólo estirar el brazo o levantar el tubo del teléfono. Esta es una nostalgia distinta. Es como si esa chiquita nunca me hubiera pertenecido; como si sólo cierta vez ella hubiera usado mi camisón y se hubiera sentado de la misma manera que yo, con sus piernas flaquitas flexionadas y los pies apoyados sobre la reposera y los brazos sobre el apoyabrazos, y la mirada hundida en la luna, a la que un velo extraño cubría de a poco. Una nostalgia parecida a aquella que produce lo que nunca fue; aunque esto sí fue, ella sí estuvo sentada, sí miró el cielo y respiró el silencio de aquella noche de verano, tan parecida a esta noche. 

Me da miedo hablarle y romper el encantamiento. Prefiero dejarla como está, expectante. Ya va a descubrir que los sueños no son sólo cosas de su edad, ya va a desilusionarse y a tejer nuevas historias, ya va a enamorarse de unos cuantos contraindicados y también del indicado… Ya va a palpar de cerca la muerte y hundirse en el misterio de la tristeza del hombre. 

Mientras tanto, que mire su eclipse y yo miro el mío…. quién sabe dónde me encontrará el próximo y si voy a ser yo o voy a ser otra. 

lunes, 22 de agosto de 2011

Un aeropuerto

Mientras viajaba en avión la otra noche, pensaba que el Cielo debe ser algo así como un aeropuerto. Bajás del avión, hacés unos trámites, levantás tus valijas, todo eso que traés de tu viaje en la tierra, salís por una puerta y te reciben todas las personas que querés con aplausos, te abrazan, te dan la bienvenida. Empiezan a preguntarte cómo estuvo el vuelo, cómo estuvo el mundo en general, qué personas conociste, por qué lugares caminaste, cuántas cosas nuevas aprendiste. Los abrazás uno por uno y les decís que te dejen acomodarte, que hay tiempo para contarles todo detalladamente. Y, más allá del aeropuerto, espera el lugar más lindo que existe. Ponele el nombre que quieras. Toscana, Bariloche, Bella Vista, una playa desierta en una isla del Caribe, la cima del Everest. 

Sí, debe ser así. El Cielo debe ser un aeropuerto. 

jueves, 21 de julio de 2011

Futuras aventuras de Brunildito

HOY: Brunildito se va a Europa

Brunildito se acomoda en un hueco entre un pijama y un neceser de flores naranjas y rosas. Ve cómo la valija se torna cada vez más oscura. La tapa termina de caer sobre su cabeza. Escucha el zuuuup de cierre. Ya no ve nada más. Apoya su cabeza sobre un par de medias y piensa que su vida es como una pileta llena de cosas grandes. Obstáculos, sacudones, impulsos y cosquillas. Cosas alegres, cosas tristes, angustiosas o emocionantes. Pero siempre grandes. Siempre intensas, imposibles de pasar desapercibidas.

Con esto último en la cabeza, se queda dormido. Próximo destino: Frankfurt am Main. Viernes 22 de julio. 2011.

PD: La pared de Brunildito entra en la valija. No crean que ya se libró de ese problema. No tan rápido.

viernes, 15 de julio de 2011

Asteroide 325

"-Quisiera ver una puesta de sol... Hacedme el gusto... Ordenad al sol que se ponga...
-Si le ordenase al general que volara de una flor a otra como una mariposa, o que escribiera una tragedia, o que se transformara en ave marina, y el general no ejecutara la orden, ¿quién estaría en falta? ¿Él o yo?
-Vos -dijo el principito con firmeza. 
-Exacto. A cada cual hay que exigirle lo que puede dar. La autoridad descansa antes que nada en la razón. Si le ordenas a tu pueblo que se eche al mar, hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia porque mis órdenes son razonables. 
-¿Y mi puesta de sol, entonces?
-Tendrás tu puesta de sol. Yo la exigiré. Pero, según mi ciencia de gobernante, esperaré a que se den las condiciones propicias". 

Antoine de Saint-Exupéry, El Principito

Todavía me pregunto si el rey era un buen gobernante o un mediocre. Sus palabras son sabias, pero el sol iba a ponerse, lo ordenara el rey o no. Igual, hoy me inclino más por el buen gobernante. A cada cual hay que exigirle lo que puede dar. La autoridad descansa antes que nada en la razón. Si le ordenas a tu pueblo que se eche al mar, hará la revolución.

jueves, 14 de julio de 2011

Igual o mejor

"Dejá el lugar igual o mejor de lo que lo encontraste. Las Latinoamericanas Unidas". Cartel que pegamos el verano pasado en un camping en Santa Teresa, Uruguay. 

Es una buena enseñanza. Dejar el lugar igual o mejor que como lo encontramos. Podés intentar dejarlo igual y ser de esas personas que cumplen las normas, que hacen las cosas como corresponde. No está mal. Podés también ser de los idealistas que sueñan con dejar cada lugar que pisan mejor que lo que estaba. Salvo, claro, que no haya nada por mejorar. Pero es difícil, ¿no? 

Dejar cada lugar que pises igual o mejor que como estaba. Un camping. Un aula. Una casa. Un cuarto. Una institución. Una familia. Un municipio. Un país. El mundo.

En la entrada de cada lugar (incluso en la entrada a esta vida), debería haber un cartel como este: 

"Señor: a usted se le dio el privilegio de poder estar hoy aquí. El lugar no es perfecto, entendemos que hay muchas cosas por cambiar. Puede tomar dos actitudes:
A) Si ensucia, limpie, si rompe, arregle, si se confunde, corrija. Cualquier persona, no decimos mediocre, porque suena despectivo, digamos común, puede hacer esto. 
B) Pero también puede jugársela un poco más e imprimir su huella positiva en este lugar. Puede parecerse a aquel anciano que plantaba palmeras de dátiles. Se acercó su vecino y le preguntó qué hacía plantando palmeras cuyos frutos nunca iba a llegar a ver. Y el anciano le respondió que gracias a otro soñador, que había plantado alguna vez dátiles sin poder disfrutar de ellos, él había podido alimentarse. Ahora era el turno de sembrar para que otros pudieran disfrutarlos mañana.

Esperamos que disfrute su estadía en este mundo".

lunes, 11 de julio de 2011

Where art thou?

Casi te toco en los hilos del aire.
Casi te toco y, a la vez, faltás.

La inconsistencia lógica es refutable en ciertos casos. O ciertos casos no encuadran en la lógica.

sábado, 9 de julio de 2011

La nube

Es como una nube. Sí, eso. Una nube que siempre está ahí, pero sólo ciertas veces podés participar de ella, volar, envolverte en su llovizna. Es difícil encontrar un método para participar de la nube... Pasa, así, sin demasiada regla o explicación lógica. Cuesta hasta ponerle nombre. Cuando está pasando, ahí decís: esto, es esto... pero es difícil anticiparlo. ¿Qué es lo que dicen que hacen las leyes científicas? ¿Explican y predicen? Esto claramente no responde, entonces, a una ley científica. Tal vez, después de varias experiencias de la nube, podés encontrar una suerte de momentos que dejan, más que otros, lugar para elevarse. En esa nube está todo. Póngale el nombre que quiera, pero ahí está todo. Con cierta música, por ejemplo, uno se llena de la nube, o la nube se llena de uno, pero la nube no es sólo esa música: es música, es tu abrazo callado hace tanto tiempo, es el paisaje visto desde la cima de una montaña una vez y nunca más, es un millón de rezos, es una lágrima. 

Podés olvidarte de que está hasta que vuelva a incomodarte todo adentro, hasta que sientas una mezcla de paz con inquietud y claridad, hasta que se te escape una lágrima y sientas que una lágrima es demasiado poco, porque todo un mundo dentro tuyo quiere salir, te grita, sale a volar y te lleva y entonces vas a volver a decir: 
-Ah. La nube. 

viernes, 1 de julio de 2011

Campaña ALOHA 2011

En Argentina deberíamos tener un "aloha" como el de los hawaiianos, que signifique "hola" y "chau" a la vez. Sería muy útil, por ejemplo, para saludar a la gente que te cruzás a las corridas en la calle... Nunca sabés si decir "hola" o "chau"; con "aloha", estaría todo solucionado. 

ALOHA 2011






jueves, 30 de junio de 2011

Nuevas aventuras de Brunildito

Brunildito lee una novela que compró en la calle Corrientes

"Y, con ese simple sándwich de queso, Rigoberto supo que era feliz"

Pavadas, piensa Brunildito, puras patrañas. ¿Cómo va a ser feliz Rigoberto sólo a partir de un sándwich de queso? Qué ingenuidad... ¿No sabe él que detrás de ese sándwich hay todo un mundo de seguridades? Estabilidad emocional, buen promedio académico, buen estado físico, autoestima a una altura promedio, posibilidad de viajar, popularidad, un trabajo gratificante...

Así cualquiera se come un sándwich de queso y es feliz.

Lo quiero ver a Rigoberto sobre esta pared, a ver qué tan bravo es. A ver si salta Rigoberto, eh... A ver si, cuando tenga que tomar una decisión existencial que pueda alterar su vida por completo, Rigoberto vive tan campante, con su sándwich de queso y su felicidad express...

miércoles, 29 de junio de 2011

Algunas preocupaciones acerca del lenguaje

Cuando era chiquita estaba obsesionada con la expresión "dicen"... ¡Me parecía tan poco precisa! Dicen que mañana llueve... ¿Quién dice? La gente. ¿Qué gente? ¿Quién te lo dijo? No sé, decime que lo dice el pronóstico, te lo dijo la vecina, un profesor... No "dicen". Me exasperaba un poco la ambigüedad.

O, después, el ladrido del perro. Nosotros decimos guau, los yanquis dicen woof, los catalanes dicen bup bup y los japoneses wan wan. A mí me suena más un roar roar, pero cortito, las erres pronunciadas en inglés y con exclamaciones, ¡roar!, porque un rooaaaarrr largo es más un rugido que un ladrido, ¿no?

Para terminar, manteniendo el clima semiológico, un dato curioso. ¿El futuro queda hacia adelante o hacia atrás? Obviamente, para nosotros está adelante, es lo que nos queda por caminar, ¿no? En otra cultura, el futuro es atrás, porque es todo lo que no podemos ver todavía.




sábado, 25 de junio de 2011

Star, star, teach me how to shine, shine

Cuando conociste la cima de la montaña y viste algo desde arriba, una luz, un paisaje, algo que no habías visto nunca y te marcó para siempre, y te toca después estar abajo, más cerca de la base, o en otra montaña, quién sabe, pero ya no en la cima, al menos no en la cima de esa misma montaña, es bueno que haya una estrella o el recuerdo del resplandor de la nieve para que sigas caminando y para que entiendas que, aún así, sigue valiendo la pena.


'Cause I don't understand these people 
Who say the hill's too steep
Well they talk and talk forever 
But they just never climb

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Breathing in the night
There's nothing else I'm needing now,
The wind is at my side
And so are you,
And together we will rise

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(Dos bellos fragmentos de dos bellas canciones de The Frames)

jueves, 23 de junio de 2011

Cómo ser feliz en tres pasos

Hoy: Cómo ser feliz un jueves después de semanas y semanas de facultad y trabajo intensos

1) Tirarse en la cama después del trabajo y hacer nada hasta quedarte dormido
2) Dormir 6 horas de siesta
3) Despertarte y que haya carne al horno con papas

miércoles, 22 de junio de 2011

Diálogos

Charla conmigo misma mientras preparaba café, hace cinco minutos (se puso intensa):

-Qué bueno que tengamos trapos para limpiar la mesada. ¿Cuándo se habrán inventado? En la Edad Media capaz no tenían de estos trapos amarillos... ¡Todos son amarillos! Trapo de limpiar la mesada igual amarillo. ¿Por qué? ¿Desde cuándo habrá estandarizado la sociedad que el trapo ese finito, tipo paño, es amarillo? ¿Desde cuándo los habitantes de este mundo somos capaces de asociar casi inconscientemente trapo amarillo con limpiar la cocina? ¿Por qué tiene que ser amarillo? ¡¿Por qué no puedo fabricar un trapo del color que se me antoje?!
-Podés hacer lo que quieras. Las compañías vaya a saber por qué eligieron empezar a hacerlos amarillos... Quién sabe si en la Edad Media, o cuándo... ¿Qué importa? Es cómodo, nos resulta cómodo, porque si necesitamos algo con que limpiar la mesada sabemos que vamos al supermercado y compramos un trapo amarillo y listo el pollo. Pero da lo mismo qué color usás. Si preferís fabricar un trapo azul o verde o naranja, perfecto, podés limpiar con eso y te aseguro que limpia igual de bien, eh... Si te sentís más libre, menos atado por las convenciones de la sociedad, perfecto, podés limpiar la mesada también con una remera, o una media. Si eso te hace ser más vos y menos autómata...
-Creo que tengo que leer menos Nietzsche.

lunes, 20 de junio de 2011

Reglas básicas para andar en remis

Hola. Hasta O'Higgins y Santa Fe. Sí tal cual. No, no para de llover desde hace como tres días... Terrible. Dicen que hasta el fin de semana sigue así, aunque uno con el pronóstico nunca sabe... No. Sí, loquísimo. La semana pasada casi treinta grados y hoy tenemos que andar con bufanda. ¡La verdad! Tal cual, yo ya no sé ni cómo salir de casa. Por las dudas, sí. Claro, está cambiando mucho el clima. Parece, ¿no? El calentamiento global. Tal cual, es que, pobre, como venimos tratando a la tierra... ¿Dice? Puede ser... Y en Japón también. Sí, Chile, Haití, Japón, el volcán... Tal cual, en muy poco tiempo. ¿Dice? No sé, hay temas que se ponen un poco de moda... claro, como la gripe porcina. Y qué se yo, con el tema de los medios... No sé, eh, no sé a quién creerle. Para mí que sí... la reeligen. Es cantado. ¡Una mezcla...! No, no se puede confiar en nadie. ¿De verdad? ¿Usted dice que se acaba el mundo? Veintidós de diciembre escuché yo. Sí. De 2012. Nos queda un año y medio. Una fiesta va a haber la noche anterior... Es acá. Primer portón, mano derecha. ¿Cuánto es? Gracias a usted, que tenga un buen día. 

sábado, 18 de junio de 2011

"The little cracks they escalated..."

La gelifracción o gelivación es un proceso consistente en la fragmentación de las almas debido a las tensiones producidas al congelarse el agua contenida sus grietas. El agua de lluvia o deshielo se introduce en las fisuras del alma. Si la temperatura desciende por debajo de los cero grados, el agua al solidificarse aumenta su volumen un 9%, presionando las paredes y aumentando las grietas. El destino es inevitable.

"...before we knew it was too late"


jueves, 16 de junio de 2011

Lo bueno...

...es que la vida siempre te sigue sorprendiendo. Siempre. Creés que ya está, pero nunca está. Como en las películas de terror, siempre hay un susto más.

Por suerte no son sólo sustos.

¡Aguante la vida!

martes, 14 de junio de 2011

Los ojos de alguien que ve el mundo por primera vez,
La sabiduría de alguien que vivió cien años.

viernes, 10 de junio de 2011

Lo que hacen los pasajeros contra la puerta del subte

Es de público conocimiento que, en el subte, en hora pico, las personas viajamos como vacas. Que aceptamos una cercanía de los cuerpos que no aceptaríamos casi en ninguna otra situación. Si alguien se parara junto a nosotros un domingo en una plaza, digamos, al doble de la distancia corporal que hay entre los pasajeros del subte en hora pico, gritaríamos. Pero la verdad es que en el subte lo aceptamos. Aceptamos viajar como vacas y caminar como vacas y comportarnos como ganado autómata, auto-arriado por los pasillos subterráneos de la ciudad. Lo que muy pocos saben es lo que hacen las personas que quedan, como resultado del acomodamiento de cuerpos a lo tetris, contra la puerta del subte. 

Sí, es todo un mundo, queridos pasajeros, aún por conocer. Contra las puertas del vehículo, entre estación y estación, se arma una especie de corral invisible, una suerte de refugio, como si fuera un rincón (aunque no lo es), que da a los pasajeros la seguridad suficiente como para hacer todo tipo de cosas. Algunos cantan, otros se rascan la nariz o hablan con su amigo invisible o lloran o les tiran besos a las mujeres de las publicidades gráficas. Espían, sigilosos, por sobre sus hombros, para asegurarse de contar con la intimidad necesaria. Y la tienen, salvo por un par de observadores que se sienten atraídos por el enigma de ese mundo (pero son pocos). Así que actúan con libertad... ¡si vieran cuánta libertad!

Así es, querido transeúnte. El espacio contra la puerta del subte pertenece a un mundo misterioso. Lo invito a explorarlo; quizás, alguna vez, podamos escribir algún tratado. 


viernes, 3 de junio de 2011

El día del abrazo

Por un día, nos dieron a los comunes la capacidad de abrazar a los habitantes del cielo. 
Nos dijeron: sólo por hoy. Vayan. Abracen.

Corrí sin frenar, casi no respiré, o no me di cuenta. Corrí hasta encontrarte; no pude verte, sólo nos daban la facultad de abrazar, pero supe perfectamente dónde estabas. Abrí los brazos, respiré hondo, intenté abarcar, en ese aire que entraba en mi cuerpo, todos los abrazos truncos de todos estos meses... Todas las veces que lo quise, las veces que lo necesité. Todos los vacíos en mis manos. Inspiré, me llené de todo eso, lo mantuve, no me animé a largarlo hasta abrazarte del todo, hasta asegurarme de estar toda yo en ese abrazo, toda yo con todo lo que soy ahora y todo lo que vengo siendo desde hace más de un año.

Toda yo estaba, como vos aquella vez. Yo conmovida. Como llorando, descansando en ese abrazo.

Ojalá nos dejaran a nosotros, los comunes, abrazar a los habitantes del cielo más seguido. Es lindo abrazar. No entiendo por qué tienen que sacarnos esa capacidad.