Spoiler alert! Parte I: http://biromenegra.blogspot.com/2011/12/bru-nil-dito-bru-nil-dito.html
Brunildito quiere estar tranquilo, pero no puede. Le gustaría que el fin de los pinchazos fuera sólo un alivio, pero por alguna extraña razón se siente frustrado. ¿Y si se hubiera dejado caer? ¿Qué tan malo podría haber sido?
Basta, Brunildito. Nos tenés cansados a todos. Hasta te tenés cansado a vos mismo. Nuevas aventuras y listo. Nuevas. Sin paredes. Claramente las paredes no son lo tuyo.
Brunilidito no escucha a Abelardito o a sus lectores asiduos o a quien sea que le habla y vuelve a la pared. Una vez más. Sólo para echarle un vistazo antes de partir.
Entonces ve algo distinto a todas las otras veces. Un cartel amarillo con letras negras, pero esta vez no dice “En este lugar se acepta únicamente… etcétera”. Tarda en entender. Porque ahora las palabras del cartel van dirigidas hacia él:
Piensa que, si el mundo lo está invitando a saltar, la posibilidad de destrucción no debe ser tan grande. Además piensa que el cartel vuelve todo más sincero. Vuelve más sinceras sus ganas de saltar y más sincera la existencia del mundo. Cierra los ojos. Intenta meditar. Pero ya pensó demasiado. Ya no se trata de pensar. Una voz nueva, con un color diametralmente opuesto al de aquella que siempre le dijo que no saltara, ahora grita: “¡Basta de pensar! ¡Ya pensaste demasiado! ¡Saltá!”. Abre los ojos. La frase del cartel cambió:
Brunildito está cansado. Cansado de pensar de más, de tener miedo, de hacer oídos sordos a sus deseos más profundos. ¡Bru-nil-dito! ¡Bru-nil-dito! Si persigue sus colores y perfumes preferidos, ¿por qué no alcanzarlos? ¿Por qué seguir poniéndose barreras? ¿Por qué seguir construyendo paredes? ¡Bru-nil-dito! ¿A quién ayuda? Claramente no a la humanidad. Tampoco a sí mismo. ¡Bru-nil-dito! ¡Bru-nil-dito!
Cierra los ojos. Respira hondo.
Silencio.
Brunildito va a saltar.
(Ah, sí, y una música para los créditos)