domingo, 2 de octubre de 2011

Progresistas

Los de Sociales somos gente progresista. Abierta. Cuestionadora del sistema. Por eso, si sos alumno de esta facultad, como mínimo vas a estar familiarizado con la lucha por la despenalización del aborto. Tenemos el puesto de libritos informativos en la entrada, tenemos el teléfono de emergencia pegado sobre las puertas de los baños y tenemos los carteles. Los gloriosos carteles con frases célebres como “las mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo”. Dicen que para poder emitir juicios válidos sobre las cosas hay que conocerlas. Por suerte, lo que en Sociales no falta es información.

Es verdad; las mujeres tenemos, efectivamente, el derecho inalienable de elegir qué hacemos con nuestro cuerpo. Lo que tal vez estamos olvidando es que, en realidad, el concepto del embarazo implica que no es sólo el propio cuerpo el que está ahí. Es el cuerpo de alguien más. Si no, no sería embarazo, sería otra cosa. La discusión termina siendo, en el fondo, una pregunta: ¿qué es eso que se gesta en el interior de la panza de la madre? Y es difícil llegar a un acuerdo porque, muy a pesar de mis amigos positivistas, la respuesta pasa exclusivamente por una creencia. Y no hablo de la Iglesia sino de un concepto más general de creencia. Para usted, querido lector, ¿el niño por nacer es una persona? Tal vez para algunos no lo sea tanto. Suena duro, pero no creo estar exagerando. Porque si promoviéramos la despenalización del aborto y estuviéramos tan convencidos de que los niños por nacer son tan personas como nosotros, entonces estaríamos a favor del homicidio. Y no, ¡no sea radical!, permitir el aborto no es lo mismo que permitir el homicidio. Son cosas diferentes.

¿Son diferentes?

Cuando pensamos una sociedad mejor, me gusta creer que pensamos en grande, no en el mal menor. “De todas formas van a abortar, así que despenalicémoslo”. De todas formas la gente roba, así que legalicemos el robo. Legalicemos el odio y el racismo. Legalicemos la corrupción. Si la gente lo hace igual.  Es verdad que, de la mano del aborto, hay una red casi infinita de problemas que hay que solucionar de manera urgente. Pero no elijamos el mal menor. Pensemos en grande.

Lo que debilita un poco a los argumentos pro-vida es la incoherencia que hay en muchos movimientos. La agresividad, el desconocimiento de muchas realidades dolorosas. Entonces hay que empezar a ser coherentes. Trabajemos como país para cuidar la vida de todos, la vida en todas sus expresiones. Una sociedad que no cuida la vida no puede ser llamada progresista.

1 comentario:

  1. De las mejores cosas que he leido sobre el tema del aborto, simple e inteligente.. Sin vocabulario pseudo cientifico, pseudo filosofico..
    Y ademas un gran don el de poder opinar, y no ofender o criticar a nadie haciendolo.

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