Un vaso y se sienta. Mira. Nada cambió demasiado desde la última vez, ¿o sí? ¿Es este lado el que está diferente o es aquél? Imposible decidirse.
Dos vasos. El sol está justo sobre el horizonte y se pregunta si amanece o anochece. Espía a través del vidrio. Parece que el sol saliera.
Al vaso siguiente ya se acabó la ilusión de que el cielo esté despejado. Empieza a nublarse, pero tal vez pronto se haga de día, piensa. Tiene una manía fuerte de pensar y pensar. Piensa y decide sobre todo. A veces también siente. Siente de manera tan intensa que no lo puede controlar. Entonces se toma el analgésico del pensamiento y se le va el sentimiento por un rato.
Cuatro vasos y se acabó el efecto del analgésico. Si antes había preguntas, ahora el cielo es un mar de voces que interrogan sin parar. Y el mar se funde hacia arriba, con las voces y hacia abajo, con las viejas lágrimas que casi, casi habían desaparecido. Es como una cortina inmensa y azul.
Toma el quinto vaso y la calle empieza a moverse en sentido contrario al tren de la izquierda. ¿Avanza el tren o la calle? De golpe, descubre que a sus costados hay árboles que también se deslizan. ¿Junto con el tren? Le molesta la sombra y corre en busca del sol, que ya se escondió detrás del horizonte. Anochecía, entonces.
Un vaso más. Le ruega a la calle, o al tren -o a lo que sea que se está moviendo- que se detenga. Le ruega al cielo que deje que las luces y los colores intensos permanezcan por un rato más. Sabe que mostró demasiado pero ¿qué si, en realidad, no es a su verdadero yo al que se acostumbró el mundo?
“Mundo, no te vayas" piensa. El sol está cansado de ponerse ante los ojos que no están hechos de atardecer. La Tierra está cansada de girar sobre su eje, tiene ganas de volar como un cometa. La lluvia ya no quiere caer más... prefiere elevarse, ¿por qué no? Pero él espera que el mundo no se le escape todavía. Necesita mucho del mundo y el mundo necesita mucho de él, aunque no lo sabe.
Y llega el último vaso. Se desviste, despojándose de toda su ropa y de su cuerpo y deja que la luna, que empieza a asomarse, brille sobre su alma. Su alma está lista para mostrarse tal como es al mundo. ¿El mundo está listo para postergar su partida?