martes, 29 de noviembre de 2011

Sí, Brunildito

Petición de principio: El otro día alguien me dijo que no entendía quién era Brunildito, de dónde venía. Suponiendo que querías comprar una birome negra por Mercadolibre y el buscador te redirigió a este blog, acá van algunas fases de la historia de Brunildito, por si te intrigan sus ojos de burbuja. 
Abelardito está muy verborrágico últimamente y Brunildito, aunque reconoce que él también es bastante suelto de habla en ocasiones (en numerosas ocasiones), está un poco irritado. Cuidado con el agua caliente – hoy corriste demasiado y te olvidaste de elongar – ese no es el libro que deberías estar leyendo - ¿por qué no dejás que ella te acompañe en la caminata, pobre…? – café no, ya te tomaste tres - ¡¿cómo vas a decirle eso, estás loco?! – esperá cinco minutos más antes de responder – no, esa no es la respuesta, te estás equivocando – quiero ver más esfuerzo: no hay sangre, no hay dolor-.

¿Qué se puede hacer con Abelardito? Brunildito empieza a armar una lista de opciones que se parece mucho a la carta a Papá Noel de un niño ambicioso. No, por un precipicio no puede tirarlo… porque no hay… Pero, además, está seguro de que más adelante se va a arrepentir. Al fin y al cabo, Abelardito en ocasiones ayuda… en aisladas ocasiones. Y es imposible verlo siempre; sólo cuando se mira al espejo (e intente, querido lector, tirar un reflejo por un acantilado). Mejor dejarlo hablar y llevar la mente a otra cosa, como cuando uno escucha un lavarropas por un rato largo y llega un momento en que se acostumbra y se olvida del sonido. 

Un auto empieza a acercarse. Es de un verde vivo y tiene luces violetas. Cuanto más cerca está, más fuerte se escucha una música que Brunildito no conoce, pero lo entusiasma, lo llena de adrenalina. El vehículo se acerca más y más, Brunildito ya piensa que va a ser atropellado. Finalmente frena y grande es la sorpresa de nuestro amigo al comprobar que el asiento del conductor está vacío. Existen tres posibilidades: 
a) que quien maneja sea una especie de Abelardito, invisible la mayoría de las veces, pero que, no obstante, sabe llevar las riendas de los asuntos; 
b) que aquel sea un auto fantasma –lo que volvería un paseo en él algo muy poco prudente y, por esto mismo, apasionante – o 
c) que Brunildito haya consumido algún tipo de sustancia extraña que le haga creer que los escarabajos verdes con musiquita son autos que se manejan solos. Aunque, pensándolo bien, ¿se encontró alguna vez con un escarabajo verde con musiquita?


No hay comentarios:

Publicar un comentario