lunes, 10 de octubre de 2011

Nuevas (en serio) aventuras de Brunildito

Al otro lado de la pared de Brunildito hay un cartel amarillo y negro como una señal de tránsito que dice:

"En este lugar se acepta únicamente un visitante a la vez.
Disculpe las molestias ocasionadas".

Ya está. Gracias a la afección que viene sufriendo hace ya un buen tiempo, esa que lo hace actuar de la manera exactamente opuesta a sus deseos más profundos, Brunildito acaba de ayudar a alguien a cruzar la pared y cree que esa persona lo logró, porque no volvió a verla. Así que, por lo pronto, no hay posibilidades de saltar. ¿Alivio o tortura?

Vamos, Brunildito, siempre vas a poder sostenerte en esa pared. Y mirarla. Y mirar lo que hay al otro lado. Podés dejar ese capricho absurdo. Hay muchas paredes y ríos y ciudades y plazas. 

Se golpea la cabeza. ¿Cómo pudo ayudar a alguien a saltar? Se golpea de vuelta. Podría haber sido él. Otra vez. Pero no pudo, por cobarde, y porque saltar implicaba sumergirse en el país de las maravillas o romperse en el intento (y romper alguna que otra flor en su caída), y Brunildito optó por cuidarse. 

Tal vez nunca hubiera saltado. Pero, de cualquier manera, ahora no puede. Aunque se anime, no puede. Porque la regla dice uno a la vez. Dicen que poner a los demás antes que uno es de buena persona. O de cobarde.

De buena persona. Esperemos que todo esto convierta a Brunildito en una buena persona. 

Por eso, nuevas en serio. Nuevas aventuras fuera de la pared. Gracias, fue muy grato, pero Brunildito necesita buscar nuevos desafíos.

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