domingo, 8 de mayo de 2011

Esa gente

¿Dónde está? ¿Dónde está escondida toda esa gente? ¡Salgan a gritar! ¡Únanse!

Y, de vez en cuando, lo hacen. Y es como si explotara una bomba, pero en el buen sentido.

Gente que desarrolla robots (y juega al fútbol de robots). Un grupo de estudiantes que inventaron un mouse para personas que no tienen movilidad, que se maneja con la pupila a partir de una webcam (costo total: $90, o lo que salga una webcam). Un grupo de artistas que hacen talleres de alfarería en penales. Una escritora que, después de haber terminado una carrera y tener un trabajo estable, y todo lo razonable, se jugó por lo que quería. Un tipo que cruza datos sobre salud para investigar causas y curas de enfermedades. Una chica de 11 años que se planta ante miles de adultos pidiéndoles que consideren a los chicos en sus decisiones. Una fotógrafa que dirige un proyecto en villas. Una batería humana. Un flaquito que asumió su condición de "nerd" y se animó a desarrollar videojuegos e inteligencia artificial en Argentina. Otro flaquito que, después de una situación límite, se dedicó a coleccionar plantas carnívoras, cientos, miles, de todas partes del mundo. Un físico que, a partir del estudio de un audiograma, logró encontrar a los responsables de un crimen y sacar de la cárcel a un acusado que en realidad era inocente. Un deportista que la rompe, más allá de una malformación genética en sus piernas. Y así, muchos. Mil doscientos jóvenes que se juntan a escuchar y a ver ideas que buscan cambiar el mundo.

Y después de eso, un salón cualquiera, en una parroquia cualquiera, en una ciudad chica que, en apariencia, no tiene nada de emocionante. Dentro del salón, cincuenta chicos con velas encendidas cantan "esto que soy, eso te doy" y escriben, en un afiche en el piso, dones que reconocen en ellos mismos y que quieren regalar a los demás. 

Ayer fue de esos días que funcionan como respuesta. Respuesta ante la pregunta: ¿dónde está toda la gente inspirada en el mundo? ¿Dónde están esos que se juegan por lo que quieren y creen? ¿Dónde están esos que se vuelven plenos en la medida en que aportan (¡y cómo aportan!) sus capacidades, sus convicciones, su creatividad para mejorar el mundo?

Ayer fue una respuesta: ¡acá están! ¡Acá están todos!

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