Eso es una sociedad. Un conjunto de mini-mundos que se encuentran en determinados lugares. Por ejemplo, en el tren. Un mini-mundo escucha cumbia, otro grita a José C. Paz parando en todas, otro usa un discurso perfecto para vender un bon-o-bon de Arcor, oportunidad única para disfrutar de algo caro. Qué privilegio. Otro mini-mundo está hecho de música. Música que entra en el cuerpo por una especie de abejitas, Ray Bradbury las habría descrito así, que, en lugar de zumbar, llenan los oídos y la cabeza de canciones. Y, sobre el hombro de éste, duerme otro mini-mundo, semi-conectado al anterior, pero soñando con algo a lo que él jamás tendrá acceso. Otro tiene un guardapolvo blanco y la mitad de la cabeza rapada y le habla de Mc Donald's al mini-mundo que se sienta delante de él.
Otro mini-mundo escribe y desarrolla una teoría. Una teoría acerca de mini-mundos.
Así funciona. Se encuentran, se cruzan pero, ¿se conocen? ¿Se entienden?
Todos deberíamos ser exploradores y antropólogos para poder llegar al fondo de estas cosas.
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