sábado, 30 de abril de 2011

Cowboys y café

       Celia y Margarita toman café en el sillón del living. 
-¿Cómo se llama el actor de esa película? -pregunta Celia.
-¿Qué película?
-Esa, la de la chica muy mona. La de los cowboys.
-¿El actor rubio, jovencito?
-Sí, que trabaja también en la serie de los jueves.
     Margarita cierra los ojos y se lleva  las manos a la frente. Piensa. El silencio dura varios segundos. Celia revuelve el café. Margarita habla:

-¿Será posible? Lo tengo en la punta de la lengua.

     Chasquea los dedos, se golpea la sien. Celia revuelve el café cada vez más fuerte, parece que la taza saldrá volando en cualquier momento. Ayuda a la memoria de Margarita:
-El que se divorció el año pasado. Rubio, bastante buenmozo. Salió en el programa ese de los famosos que cantan, ¿te acordás?
     Margarita tose, su cara comienza a enrojecerse y a inflarse, hasta que no puede más y abre la boca bien grande. En la oscuridad de la pequeña caverna, se puede ver una figura que se contorsiona de manera extraña. Estira su lengua todo lo que puede y allí está él, del tamaño de un dedo meñique, con pantalones de cuero ajustados. Se saca los anteojos de sol modelo aviador y le guiña un ojo a Celia, quien lo toma por su camisa escocesa, entre el índice y el pulgar, y lo mete en un frasco.
-Lo voy a llevar a mi mesa de luz -sentencia. 
     Margarita le agrega una cucharada de azúcar al café, para sacarse el gusto a cuero de la boca. 

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