viernes, 10 de junio de 2011

Lo que hacen los pasajeros contra la puerta del subte

Es de público conocimiento que, en el subte, en hora pico, las personas viajamos como vacas. Que aceptamos una cercanía de los cuerpos que no aceptaríamos casi en ninguna otra situación. Si alguien se parara junto a nosotros un domingo en una plaza, digamos, al doble de la distancia corporal que hay entre los pasajeros del subte en hora pico, gritaríamos. Pero la verdad es que en el subte lo aceptamos. Aceptamos viajar como vacas y caminar como vacas y comportarnos como ganado autómata, auto-arriado por los pasillos subterráneos de la ciudad. Lo que muy pocos saben es lo que hacen las personas que quedan, como resultado del acomodamiento de cuerpos a lo tetris, contra la puerta del subte. 

Sí, es todo un mundo, queridos pasajeros, aún por conocer. Contra las puertas del vehículo, entre estación y estación, se arma una especie de corral invisible, una suerte de refugio, como si fuera un rincón (aunque no lo es), que da a los pasajeros la seguridad suficiente como para hacer todo tipo de cosas. Algunos cantan, otros se rascan la nariz o hablan con su amigo invisible o lloran o les tiran besos a las mujeres de las publicidades gráficas. Espían, sigilosos, por sobre sus hombros, para asegurarse de contar con la intimidad necesaria. Y la tienen, salvo por un par de observadores que se sienten atraídos por el enigma de ese mundo (pero son pocos). Así que actúan con libertad... ¡si vieran cuánta libertad!

Así es, querido transeúnte. El espacio contra la puerta del subte pertenece a un mundo misterioso. Lo invito a explorarlo; quizás, alguna vez, podamos escribir algún tratado. 


1 comentario:

  1. jajaja es todo cierto hasta me impresiona lo apretados que van, sabiendo que nadie mas entra, hacen lo posible para seguir metiendo "vacas" (tengo algo x ahi relacionado a los subtes, despues te lo paso) jopi sos una idolaa total!

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