miércoles, 11 de julio de 2012

Un par de tijeras opacas bajo una luz amarilla


 You are my sweetest downfall,
I loved you first,
I loved you first.
Beneath the sheets of paper lies my truth…

Regina Spektor - Samson

La historia no puede comprender a todos. A algunos les toca de inmediato. A otros, pasado un siglo. A otros nunca los va a comprender nadie.

Siempre va a ser así; siempre habrá en la historia vencedores y derrotados, próceres y villanos e incomprendidos eternos.

Tal vez porque comprender sea relativo. Tal vez porque no haga falta que el mundo nos comprenda. Tal vez porque nunca nadie nos pueda terminar de comprender del todo (o sí, pero nadie de este mundo).

Está en el alma del artista ahondar en las vidas y pensar en potencialidades y, tal vez porque sea parte de su esencia, de su sentido o de su condena no ser entendido por completo, pueda llegar más profundo en las almas de los condenados por la historia.

La historia de Sansón y Dalila es, a los ojos de la tradición, una de engaños y seducción y pseudo-amor y traiciones. Una mujer –terrible poder el de la mujer en otras épocas para tentar y corromper- enamora al hombre más fuerte del mundo y descubre el secreto de su fuerza –su pelo- para eliminarlo y entregarlo a los enemigos.

Esa fue la razón por la que Dalila cortó el pelo de su amado. Según la historia.

Pero, de pronto, una música arroja una luz diferente. Cuenta una historia de amor. De caídas elegidas (¿son caídas cuando te hacen feliz?) y de acuerdos en común para eliminar las fuerzas sobrehumanas. Tal vez porque al amor le haga bien la vulnerabilidad de las personas.

Tal vez porque sea más heroico asumir la propia humanidad que desvivirse por proteger lo que nos aleja de lo humano y nos hace superiores.

Quién sabe.

Tal vez los condenados por la historia sean, simplemente, humanos que nadan en su propio barro.

He told me I had done alright
And kissed me ‘til the morning light.


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