lunes, 6 de febrero de 2012

El camino

Iba por un camino en el medio del campo. Llevaba una mochila nueva con cosas nuevas adentro. Ropa nueva, mi pelo algo más corto. Tenía la voz ligeramente más grave y algunas barreras levantadas, barreras que en un tiempo habían sido fundamentales. 

En eso me crucé con un hombre ya viejo que me sonrió y me llamó por mi nombre. Le pregunté cómo me había reconocido y me dijo que por el camino. Le dije que, en realidad, ese camino era nuevo para mí, que en general la gente me reconocía por aquel otro camino que había andado una vez; que venía de otra parte, que ya ni estaba segura de ser yo. Que, por momentos, me miraba al espejo y no me reconocía. Que, tal vez, ahora me tocaba ser otra. El viejo volvió a sonreír y me hizo mirar hacia adelante. Me preguntó si sabía qué se aproximaba. Le respondí que no, que podían aproximarse muchas cosas, que cómo iba a saber.
-Muy bien -siguió -ahora decime en qué punto vas a estar parada en dos días, y en seis meses, y en un año, y en cuarenta y cinco minutos. ¿Va a ser el mismo lugar?
Le respondí que tampoco sabía. Podía imaginarme, era puro apostar. Pero suponía que iba a ser otro punto del camino, distinto. 
-¿Eso va a estar mal?
-No -me pareció rara la pregunta -, ¿cómo va a estar mal? Esa es la esencia de los caminos; son para andarlos y para avanzar, para llegar a nuevos lugares.
El tipo asintió y sonrió de nuevo. A continuación, me hizo mirar hacia atrás. Me preguntó cómo había llegado a ese lugar, si había caído del cielo, si algún camión o tractor o máquina gigante había borrado el camino o si podía indicarle por dónde había venido. Le dije que por supuesto que por algún camino había venido y le indiqué más o menos cómo había sido la caminata hasta aquel campo. El viejo me dijo que se la estaba haciendo muy fácil. Me hizo una última pregunta:
-¿Ese camino cambió? ¿Desapareció? ¿Podés decir o pueden decirte que no lo caminaste?
Me reí y le dije que no. Que si yo estaba ahí en ese momento era porque había habido un camino anterior y eso no cambiaba. Podía bifurcarse hacia adelante, podían aparecer paisajes nuevos, pero hacia atrás el camino seguía siendo el mismo. 

Se quedó callado unos minutos. Me parecieron horas. No sabía si quedarme o irme.

Cuando habló, le cambió el tono de voz. Antes preguntaba como jugando, ahora era más grave pero conservaba cierta dulzura:
-¿Entonces cómo podés ser otra? Vos misma lo dijiste. Si fuera así, no habrías andado el camino que acabás de describirme. Te habrías materializado de repente, pero no. Lo recordás a la perfección, sos vos la que vino caminando, ¿entonces, si sos vos, cómo podés ser otra? Podés tener otra ropa u otro pelo, podés haber cambiado la voz, pero no podés negar la tierra que pisaste ni los árboles que viste, eso no cambia. Sos vos, sólo que parada en otro lugar. Y tan verdadero como que dejaste tu huella en los lugares por los que estuviste es que esos lugares imprimieron su huella en vos. Eso es así ahora y para siempre, no intentes negarlo, no dejes que lo nieguen. El camino te hizo y vos hiciste al camino y dicen algunos que lo hecho hecho está. Podés olvidarlo, pero no podés ni pueden sacarte el camino de encima. Y ahora estás en otro lado. Seguís imprimiendo huellas, siguen imprimiéndose los paisajes en vos. Así es y va a ser hasta el final del tiempo. No sos otra. Simplemente sos una persona que camina. 


Y que camina junto a otros. 

1 comentario:

  1. Me quedo con esto
    "Eso es así ahora y para siempre, no intentes negarlo, no dejes que lo nieguen."

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